Desde que tengo uso de razón, todos los años por estas fechas me convierto en cebolla. Mi afición a ponerme jerséis de lana, camisetas, bufandas y abrigos unos sobre otros hace que cuando salgo de casa en invierno, los brazos no me toquen el cuerpo y me quepan sendas cuñas debajo de los sobacos.
El otro día, sin embargo, estaba en Uniqlo buscando una camiseta de manga larga y de cuello vuelto de color rosa y me topé con una que resultó quedarme bien. La chica del probador me dijo que era mi talla pero que si me lo compraba, que cogiera una precintada. Yo pensé que lo de meter las camisetas en bolsitas no tenía mayor transcendencia, hasta que se me ocurrió leer el envase y descubrir que aquella camiseta venía con tecnología japonesa del calor -luego caí en la cuenta de los carteles gigantes que había por toda la tienda de Uniqlo-. Así que pensé: ¿será esto verdad?
Según el racional de la bolsita, la tecnología japonesa de las industrias Toray hace que el calor emitido por tu propio cuerpo se quede dentro de la camiseta y te caliente cuando tienes frío -qué bien pensado, oiga-. Además, también evita que el sudor huela debido a unas micropartículas que suelta la tela al contacto con el cuerpo, al más puro estilo Ariel Sensaciones. El caso es que me emocioné con el decubrimiento, pensando que sería el remedio definitvo. Pero hoy he probado el invento y para mi sorpresa resulta que lo que decía el paquete es verdad: la dichosa camiseta mantiene dentro todo el calor de tu propio cuerpo. Y resulta que cuando en el metro empiezas a sudar como un pollo, ahí se queda el calor y no sale. Total que hoy he llegado a mi primera entrevista empapada, aunque he agradecido lo de las micropartículas del buen olor, porque ya sólo me faltaba llegar oliendo mal con una camiseta rosa.
Bueno y para los curiosos, os dejo el nuevo spot del bicho en cuestión, versión Orlando Bloom, que la de Charlize Theron no está en Youtube (aunque sí en su web).
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